La romería al Monasterio de la Santa Faz, con casi cinco siglos de antigüedad, es la otra gran fiesta alicantina, siendo ésta más intimista y sosegada que las Hogueras de San Juan, en la que el visitante puede departir con los alicantinos en un contexto casi familiar. Este sosiego, sin embargo, se traduce en casi 300.000 personas que ocupan los ocho kilómetros que unen la Concatedral de San Nicolás, punto de partida de la romería, hasta la llegada al monasterio donde se acoge la reliquia motivo de fervor, peticiones y anhelos para los romeros.
La fecha de la Romería a la Santa Faz no es un día fijo del mes (abril o mayo), pues se celebra tradicionalmente el segundo jueves de Pascua después de la Semana Santa. Desde hace años, ese día se prolonga durante todo el fin de semana. Hay que madrugar, porque la distancia es larga y porque el Ayuntamiento reparte miles de cañas con romero para peregrinos, y aún así no hay para todos. Casi al despuntar el día ya están reunidos los representantes de estamentos sociales, religiosos y políticos de la ciudad, casi todos vestidos con blusón negro y pañuelo al cuello, éste con los colores de la ciudad, blanco y azul celeste.
El recorrido se hace a lo largo de un vía crucis desde la Avenidad de Denia hasta la Santa Faz por la nacional, que ese día queda cortada al tráfico rodado. En puntos acordados por la tradición se van haciendo paraetas, siendo una de las más concurridas la municipal, en la que se reparten de forma gratuito vino de la tierra y rollitos caseros de anís. La llegada al caserío de la Santa Faz es una pugna por conseguir un sitio desde donde presenciar la apertura del camarín que acoge el sagrado lienzo, realizado en fina gasa, en el que está plasmada, según la tradición, la "imagen" de la faz de Cristo recogida por la virgen Verónica. Tras este último acto religioso, el monasterio se llena de plegarias, de murmullos, de cirios encendidos y exvotos colocados por fieles que piden algún favor generalmente para un familiar.
El Excmo. Rvdmo. Sr. Obispo, acompañado de los Síndicos del Patronato, trasladan la imagen a la Plaza, donde tiene lugar una Santa Misa, presidida por la Reliquia.
En los alrededores la fiesta se sucede entre comidas al aire libre y visitas a los cientos de puestos de venta ambulante que llegan para la ocasión; la compra de un objeto de artesanía forma parte del ritual. Al caer la tarde, el goteo de romeros regresando a pie a la ciudad se sucede hasta el anochecer cerrando esta cita hasta el año próximo.