La fiesta de Moros y Cristianos se ha convertido en una de las más representativas de la vida social alicantina, consiguiendo ser, en conjunto, una atractiva mezcla de religiosidad, estricta etiqueta y controlado festival callejero. Ese es el caso de San Blas, Villafranqueza, Altozano y El Rebolledo, donde las calles son ocupadas por vecinos y amigos dispuestos a pasar unos días de alegría compartida entre música, desfiles y pólvora.
Participar en la la fiesta supone un gran esfuerzo para muchas familias el poder costearse la participación en la filà, pero aún lo es más si se acepta la capitanía. Pero esa dedicación de tiempo y dinero durante un año merece la pena por el fantástico ambiente que se consigue en una esmerada preparación.
La amistad es un componente esencial de la fiesta de Moros y Cristianos. Sin ese espíritu de camaradería la fiesta no existiría. En cuarteles y kábilas se comparte casi todo, siendo la comida y la bebida alrededor del cual suceden los encuentros. Si tiene la suerte de que alguien le introduzca en un cuartel o en una kábila le tratarán como si le conocieran de toda la vida. Pero, para evitarse algunos disgustillos, es conveniente saber algunas reglas, que si se infringen, notará que no hacen ninguna gracia: el traje no es una disfraz - la fiesta no tiene nada que ver con los carnavales- y la fiesta, pese a su carácter divertido, es algo muy serio, con sus reglas y protocolo. La fiesta alicantina, en general, sigue la siguiente pauta argumental: el "Avís de festa"(aviso de fiesta) es un desfile donde los bandos -cristiano y moro- con sus filaes o comparsas visten el traje de gala a modo de publicidad directa para atraer al público. Con la "Nit de l'Olla", en la que se realiza el pregón, comienza la fiesta en kábilas y cuartelillos; a partir de ese momento ningún festero irá a su casa a menos que haya una causa mayor. Cada mañana con la "Diana" lo festeros despiertan a los vecinos con un desfile informal donde no falta la música y las "despertàs" a ritmo de arcabucería. Además de estos actos mencionados, de carácter casi privado, las apariciones más vistosas se reservan para regocijo del público; son las "Entradas", donde la figura central del capitán encabeza los desfiles de cada bando acompañándolas más de las veces por cabos y abanderadas y las "Embajadas" que representan la lucha dialéctica por la toma de la plaza a la que sigue una batalla de arcabucería o "Alardo". El fin de fiesta lo pone la "Retreta", un cierre humorístico, casi carnavalesco, donde los festeros, tras las exigencias del protocolo, tienen licencia para divertirse.