“El monte Benacantil domina el casco histórico, el puerto y el mar. Las poderosas fortificaciones habían conferido a esta zona militar un estado de abandono. Permanecía la imponente masa del monte, naturaleza tectónica, icono de la ciudad. La realización del parque supone una recuperación de este hito geográfico...
...La pendiente, los desprendimientos, la orientación sudoeste y el difícil acceso habían degradado poco a poco el lugar: imaginar aquí un jardín parecía un desafío casi disparatado. La integración de este espacio natural en los usos de la ciudad permite recuperar los vínculos entre los barrios degradados y la animación del centro urbano y del puerto, revitalizar las partes altas del casco histórico, rememorar la unión natural con el castillo, frente al mar. Esta reconquista del lugar propuesto ofrecía también la posibilidad de generar agradables reencuentros con un territorio conocido, espectacular y magnífico” (Marc Bigarnet y Frédéric Bonnet, Arquitectos del Parque de La Ereta)