Cada 30 de Julio se conmemora el Día Mundial contra la Trata de Personas, decretado por la Asamblea General de la ONU en 2013.
La más dañina y persistente de todas las formas de trata es la que tiene fines de explotación sexual , antiguamente llamada trata de blancas. No es tanto así ya que desde la misma ONU nos remarcan que no solo se refiere a personas blancas, este fenómeno se extiende mundialmente y lo sufren mujeres y niñas. La mayor parte de las víctimas son mujeres que no son blancas, por lo que no solo soportan el peso del patriarcado sino que además lidian con la discriminación racista a lo largo de sus vidas.
Los relatos de miles de mujeres detallan su viaje al lugar donde se les había prometido rehacer sus vidas y/o salvar a sus familias de la pobreza. Otros relatos están colmados de culpa al haberse visto chantajeadas por las situaciones de vulnerabilidad en que vivían en sus países de origen o por sus creencias religiosas convenciéndolas de que la prostitución sería su única forma de subsistencia.
Estas experiencias caracterizadas por la anulación de derechos fundamentales, las violaciones, vejaciones, amenazas e incluso agresiones, solamente son un anticipo del horror que les queda por vivir.
Aun en el año 2020 no bastan sus testimonios para reparar y restaurar sus derechos y condenar a las redes de explotadores que las han esclavizado impunemente. En casos muy afortunados caen en manos de profesionales sensibilizados/as y con cierta capacidad para acompañarlas en la recuperación de sus derechos humanos más básicos.
Según el informe “Trafficking in Persons”, de junio de 2020, elaborado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, se calcula que 2,5 millones de personas alrededor del mundo están en situación de trata pero solo se identifica a 1 víctima de cada 20, el resto sigue totalmente invisible sin relato ni posibilidad de denunciar su situación. De las víctimas registradas a nivel mundial, el 49% son mujeres adultas y el 23% mujeres menores de edad, siendo la explotación sexual la forma más común (59%) seguida del trabajo forzado (34%). En España, según diversas entidades que trabajan con personas en situación de trata sexual, los datos oficiales solo muestran la punta del iceberg, pues se trata de una de las economías sumergidas ilícitas más instaurada y compleja de la historia de las violencias machistas.
Según un informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), “las medidas contra el COVID-19 pueden conducir a un aumento en el tráfico ilícito de migrantes y la trata de personas a largo plazo”. El Covid-19 ha dejado un crecimiento alarmante del riesgo de captación de víctimas, propiciando que las redes de explotación amplíen su rango de acción mediante las redes sociales. Muchas de estas víctimas son menores – en especial niñas y chicas jóvenes, ya que debido al confinamiento hay un aumento en la utilización de las redes sociales para este fin, siendo estas una de las principales vías de captación y explotación de niñas y mujeres.
Por otro lado, muchas víctimas que ya estaban prostituidas o en situación de prostitución antes del confinamiento, se han visto especialmente afectadas por la crisis sanitaria y social. Al ser expulsadas de esos espacios prostitucionales en los que eran explotadas, muchas se han visto en situación de sinhogarismo, teniendo que solicitar ayuda de emergencia debido al estado de alarma. Otras se han visto confinadas en clubs sin comida o hacinadas en pisos sin medidas sanitarias, sin recursos de ningún tipo y, en muchas ocasiones, con menores a su cargo. Lo más destacable de la situación, sobre todo en estos pisos invisibles, es que a pesar del estado de alarma, de la obligatoriedad de permanecer en nuestras casas, seguían siendo visitadas por los prostituidores, demostrándose que la demanda de quienes se excitan prostituyendo es implacable; no se detiene ante ninguna situación, por extrema que esta sea.
Algo de luz arrojó el decreto del Gobierno con las medidas para proteger a los colectivos más expuestos durante el estado de alarma al considerar esenciales los servicios de atención a víctimas de explotación sexual y trata, considerado por toda la legislación vigente, una gravísima expresión de la violencia machista contra las mujeres.
Desde la Concejalía de Igualdad del Ayuntamiento de Alicante mantenemos nuestro compromiso de prestar atención especializada a las víctimas de esta terrible lacra, de acompañarlas en la restitución de sus derechos fundamentales, de cubrir sus necesidades básicas y procurar su inserción sociolaboral articulando el trabajo en red con entidades de base desde la Mesa Alicante Trata 0.