Televisión Española comenzó a emitir en abril de 1977 el programa TRAZOS donde Paloma Chamorro ejercía de directora adjunta con Ramón G. Redondo, para pasar posteriormente a la dirección del mismo, hasta junio de 1978 en que finalizó la emisión del programa. Fue un programa de actualidad artística. TRAZOS comenzó emitiéndose en blanco y negro porque sus directores consideraban que así no se distorsionaba el color de los cuadros. Sin embargo, por imperativo de la dirección de la cadena estatal y pública, el programa comenzó a emitirse en color a partir de Noviembre de 1977 lo que obligó a la realización de un decorado. Para ello, y muy ingeniosamente Paloma Chamorro, invitó a once pintores, cada uno de los cuales realizó un panel de aproximadamente 250 x 180 centímetros. José Manuel Broto, Gerardo Delgado, Carlos Franco, Luis Gordillo, José Guerrero, Guillermo Pérez Villalta, Manolo Quejido, Gerardo Rueda, Eusebio Sempere, Gonzalo Tena y Jorge Teixidor pintaron en directo bajo la atenta cámara del fotógrafo de toda una época. El autor de las fotografías en el plató de TRAZOS fue Luis Pérez Mínguez.
Luis Pérez Mínguez fotógrafo y amigo de Eusebio Sempere que retrató una época y con el que el museo ha mantenido una estrecha relación. Fruto de ella son estas fotografías de Sempere en el programa Trazos en 1977, que nos llegaron en un sobre muy personal de Luis Pérez Mínguez.
Llega a la fotografía gracias o a causa de una caída casi mortal. Con su silla de ruedas y una cámara de fotos marcha a París donde desarrolla el aprendizaje de la mirada. Fotografía y dibuja su cuerpo y el de otros, su manera de captar las imágenes desde su mirada oblicua conlleva otro ángulo al que los demás no están habituados.
Su actitud de búsqueda constante de los límites éticos y estéticos de la fotografía desemboca, a mediados de la década de 1980 en el inicio de su experimentación con la mezcla de pintura y fotografía. Estas inquietudes han tenido su continuación a lo largo de los años hasta llevarle a las puertas de un momento histórico donde la incorporación a lo digital de la fotografía parece ser el único camino que espera a los artistas.
Alcanza el reconocimiento público a finales de la década de 1970 y la década de 1980, siendo uno de los artistas imprescindibles de la movida madrileña. Participa activamente en numerosas actividades e intervenciones artísticas en las galerías Buades, Multitud y Vijande de Madrid.